Son una minoría, pero son más felices. Viven al margen de las redes sociales para abrazar la vida real. No tienen Instagram, ni Facebook, ni Twitter. Tampoco LinkedIn, ni mucho menos TikTok. No invierten una media diaria de casi dos horas en el entorno digital, ni consultan el teléfono cientos de veces al día. Seguir leyendo...
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